Cuando estaban más absortos en su conversación, creyeron escuchar un ruido en el otro lado del espejo. Era la madre de Oguh que, como todos los días, entraba en la habitación de su hijo para llorar abrazada a sus juguetes. Cuando Oguh vio a su madre, se quedó petrificado, fue entonces cuando Hugo le dijo, que tenía que desear con todas las fuerzas regresar a su casa para consolar a su madre. Y lo deseó con tal ímpetu que quedó profundamente dormido.
A la mañana siguiente una suave mano acariciaba su rostro cuando volvió en sí. Era su madre que, con lágrimas en los ojos, le besaba una y otra vez y daba gracias por haber recuperado a su hijo. Aunque Oguh estaba aturdido comenzó a entender todo lo que acababa de pasarle. Ella le contó que, debido a una rara enfermedad, le habían tenido que practicar un trasplante de corazón y que había estado entre la vida y la muerte. Días más tarde, cuando estuvo de regreso en su casa, le contó a su madre la historia del otro lado del espejo. Ésta, que lo achacó todo a su imaginación, no le creyó ni una palabra. Oguh sabía que todo era verdad y estaba seguro de que algún día entendería el significado de todo aquello. Después de aquel día Oguh intentó atravesar el espejo en varias ocasiones pero no pudo .Hugo que, desde el otro lado le observaba, deseó con todas sus fuerzas que nunca volviera a pasar al otro lado. Para los dos era mejor así.
Algunos años más tarde, cuando Oguh todavía investigaba aquellos extraños sucesos, encontró la clave de todo aquel misterio. Sus padres emprendieron obras de reforma en su casa y le pidieron que les ayudara a empaquetar algunos objetos, para llevarlos a otro lugar, mientras duraban las obras. Entre todos aquellos objetos había un sobre entreabierto, con el sello de una consulta médica. Lo abrió para ver qué era y encontró el expediente de su estancia en el hospital, sobre la operación de trasplante que le había sido practicada años atrás. Siguió leyendo y cuando llegó al apartado de los datos del donante estuvo a punto de desmayarse. Se trataba de un niño de su misma edad que había muerto en accidente de tráfico cuando viajaba con sus padres. Este niño se llamaba Hugo.
Comprobó las fechas y todo coincidía con sus visitas al otro lado del espejo. Entonces no lo sabía pero, por la razón que fuera, había logrado comunicarse con aquel niño que le estaba salvando la vida. Por eso Hugo siempre le decía que allí donde estaba no había dolor. De repente encajaron todas las piezas del enorme puzzle y las incógnitas que le preocupaban de niño, fueron descubriéndose una tras otra llegando a formar una imagen perfecta. La imagen de dos niños que habían coincidido en los límites, que separan la vida de la muerte, en un momento crucial para ambos. Y que habían imaginado un mundo de juegos en que cabían los dos sin pensar, que la muerte de uno de ellos sería vida para el otro. Y, como si quisieran ganarle la batalla a la vida misma, se habían empeñado en vivir juntos un mundo de fantasía, sin saber que lo inevitable era su separación definitiva. Cuando se veían, imaginaban un mismo mundo real para ambos, sin dar importancia al hecho de que cada uno de ellos vivía en un lado distinto del espejo.
Oguh no pudo olvidar nunca aquellos hechos y cuando se dio cuenta de que nadie le creería, dejó de hablar de todo aquello, como si con su silencio le quisiera rendir un homenaje a su amigo. Pero a menudo recordaba las palabras de su amigo, cuando le contó que su madre le había dicho, que habían tenido que abandonar su casa para vivir una vida mejor y sabía que Hugo estaba en el lado mejor del espejo, donde no se sufría, ni había hospitales. Y sabía que algún día él terminaría pasando definitivamente al otro lado y Hugo le estaría esperando.
Han pasado muchos años, y Oguh todavía sigue conservando aquel espejo en su dormitorio. Y, aunque nunca más intentó atravesarlo, a veces se acerca a él y pasa largas horas mirando. Y se adentra en un mundo, ajeno a cuanto le rodea, intentando verle. Y ¡quién sabe! Es posible que Hugo también le siga mirando desde el otro lado del espejo, seguro que si…y como cuando fueron niños, Hugo siga siendo la imagen inversa de Oguh, en una prolongación inevitable que permanecerá para siempre en su memoria. Y a pesar de que nunca ha vuelto a saber de él, sabe que lo tendrá siempre a su lado.
A la mañana siguiente una suave mano acariciaba su rostro cuando volvió en sí. Era su madre que, con lágrimas en los ojos, le besaba una y otra vez y daba gracias por haber recuperado a su hijo. Aunque Oguh estaba aturdido comenzó a entender todo lo que acababa de pasarle. Ella le contó que, debido a una rara enfermedad, le habían tenido que practicar un trasplante de corazón y que había estado entre la vida y la muerte. Días más tarde, cuando estuvo de regreso en su casa, le contó a su madre la historia del otro lado del espejo. Ésta, que lo achacó todo a su imaginación, no le creyó ni una palabra. Oguh sabía que todo era verdad y estaba seguro de que algún día entendería el significado de todo aquello. Después de aquel día Oguh intentó atravesar el espejo en varias ocasiones pero no pudo .Hugo que, desde el otro lado le observaba, deseó con todas sus fuerzas que nunca volviera a pasar al otro lado. Para los dos era mejor así.
Algunos años más tarde, cuando Oguh todavía investigaba aquellos extraños sucesos, encontró la clave de todo aquel misterio. Sus padres emprendieron obras de reforma en su casa y le pidieron que les ayudara a empaquetar algunos objetos, para llevarlos a otro lugar, mientras duraban las obras. Entre todos aquellos objetos había un sobre entreabierto, con el sello de una consulta médica. Lo abrió para ver qué era y encontró el expediente de su estancia en el hospital, sobre la operación de trasplante que le había sido practicada años atrás. Siguió leyendo y cuando llegó al apartado de los datos del donante estuvo a punto de desmayarse. Se trataba de un niño de su misma edad que había muerto en accidente de tráfico cuando viajaba con sus padres. Este niño se llamaba Hugo.
Comprobó las fechas y todo coincidía con sus visitas al otro lado del espejo. Entonces no lo sabía pero, por la razón que fuera, había logrado comunicarse con aquel niño que le estaba salvando la vida. Por eso Hugo siempre le decía que allí donde estaba no había dolor. De repente encajaron todas las piezas del enorme puzzle y las incógnitas que le preocupaban de niño, fueron descubriéndose una tras otra llegando a formar una imagen perfecta. La imagen de dos niños que habían coincidido en los límites, que separan la vida de la muerte, en un momento crucial para ambos. Y que habían imaginado un mundo de juegos en que cabían los dos sin pensar, que la muerte de uno de ellos sería vida para el otro. Y, como si quisieran ganarle la batalla a la vida misma, se habían empeñado en vivir juntos un mundo de fantasía, sin saber que lo inevitable era su separación definitiva. Cuando se veían, imaginaban un mismo mundo real para ambos, sin dar importancia al hecho de que cada uno de ellos vivía en un lado distinto del espejo.
Oguh no pudo olvidar nunca aquellos hechos y cuando se dio cuenta de que nadie le creería, dejó de hablar de todo aquello, como si con su silencio le quisiera rendir un homenaje a su amigo. Pero a menudo recordaba las palabras de su amigo, cuando le contó que su madre le había dicho, que habían tenido que abandonar su casa para vivir una vida mejor y sabía que Hugo estaba en el lado mejor del espejo, donde no se sufría, ni había hospitales. Y sabía que algún día él terminaría pasando definitivamente al otro lado y Hugo le estaría esperando.
Han pasado muchos años, y Oguh todavía sigue conservando aquel espejo en su dormitorio. Y, aunque nunca más intentó atravesarlo, a veces se acerca a él y pasa largas horas mirando. Y se adentra en un mundo, ajeno a cuanto le rodea, intentando verle. Y ¡quién sabe! Es posible que Hugo también le siga mirando desde el otro lado del espejo, seguro que si…y como cuando fueron niños, Hugo siga siendo la imagen inversa de Oguh, en una prolongación inevitable que permanecerá para siempre en su memoria. Y a pesar de que nunca ha vuelto a saber de él, sabe que lo tendrá siempre a su lado.
6 comentarios:
"My God, such as the economic crisis, looooook, handbags are not worth www.handbagsjobber.com" Excuse me, you, I see only good news would like to share.Merry Christmas everybody
Hola querida Sofia!
Hoy quiero trazerte mis deseos de un Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo - 2009 - para ti y tu familia. Com mucha paz.
Cordialmente:
Geraldo
13 de diciembre
He esperado a que terminaras el relato para leerlo completo. Me ha resultado muy inquietante.
Quiero leer el relato completo con mas tranqulidad.
Hoy, (lleva ya dos meses encamado) tengo a una persona en casa delirando y no se si está detrás del espejo, pero cree estar en su pueblo y levantarse de la cama, tengo miedo que se tire de ella (esto es real)
Un abrazo.
Me encantó el cuento, hay un momento especial cuando dices:"La imagen de dos niños que habían coincidido en los límites, que separan la vida de la muerte, en un momento crucial para ambos". Es cierto, uno se marchaba definitivamente y el otro, desde ese mismo punto de encuentro, regresaba a la vida.
Felicitaciones, es un bellísimo relato.
Un abrazo
¡Qué original!
Me ha encantado! Había pensado diversas alternativas, pero la del trasplante no se me habría ocurrido nunca.
Me ha gustado. Deja buen sabor de boca. Sonrisa en los labios.
Enhorabuena!
Un beso.
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