jueves, 8 de enero de 2009

A minuto y medio (1ª parte)



Apareció después de buscarlo durante mucho tiempo, justamente debajo de la vieja cómoda que había heredado de mi abuela. A menudo solía olvidar en que lugar había colocado aquellas cosas, que no deseaba que nadie encontrara. Con tanto empeño las guardaba, que luego ni yo misma era capaz de recuperarlas. Pero tarde o temprano acababan apareciendo en los lugares más raros o en los sitios mas escondidos.
Mi vida no era muy ordenada. Demasiadas obligaciones con la familia y el trabajo. Demasiada prisa y muy poco tiempo para llevar a cabo todas aquellas tareas. Deseaba con bastante frecuencia que el reloj tuviera cuarenta y ocho horas, pero hubiera sido inútil, seguramente, de ser así, también habría hecho corto.
La misma mañana en que encontré el anillo bajo la cómoda, al tener que agacharme para recuperarlo, me di cuenta de que justo a su lado había un sobre amarillento, raído por el paso del tiempo y lleno de polvo y suciedad. Llamó mi atención, pero pensando que era algo sin importancia, lo cogí con intención de echarlo a la papelera. Sin embargo al ver que el sobre estaba cerrado no pude reprimir mi curiosidad y lo abrí para comprobar su contenido.
Era una carta que al parecer jamás había sido entregada al correo y por lo tanto no pudo llegar a su destino. La firmaba una tal Leonor, era todo lo que sabía. Pensé que seguramente la abuela sabría de quién se trataba. La abrí con sumo cuidado para no estropearla y, dirigiéndome a la salita, me puse cómoda para leerla detenidamente.
Parecía que se trataba de una despedida, aunque no iba dirigida a nadie en concreto. En ella escribía lo siguiente, intentaré transcribir literalmente su contenido para que juzguéis por vosotros mismos...

“Quiero contaros a cuantos querías escucharme los motivos, que me han llevado a solución tan drástica. Y deseo que por encima de todo intentéis comprenderme y no seáis demasiado duros juzgándome. No se trata de una decisión precipitada sino de algo que he meditado y planeado minuciosamente durante mucho tiempo.
Que nadie se sienta culpable ya que cada uno somos responsables de nuestros actos y en ningún momento nadie debe cargar con las consecuencias de las decisiones que toman otros.
Y a pesar de que dentro de unos días no lo entenderéis quiero haceros saber que por encima de todo amo la vida”.

1 comentario:

Nuria dijo...

Me quedo con el final de la carta "por encima de todo amo la vida"

Pda. En un principio creí que era real.

Besicos