Hay que ver lo curioso que es lo que está pasando estos últimos días. Hace tres días tan solo, pocos habían oído esto de la ciclogénesis explosiva (supongo que los meteorológos sí) y basta que este fenómeno de la naturaleza amenace con llegar, para que de la noche a la mañana, todo el mundo estemos hablando de esta bomba meteorológica.
No se habla de otra cosa, le hemos dado una tregua a las conversaciones sobre la crisis, las hipotecas etc. Y tenemos que reconocer que nunca mejor dicho que a rió revuelto, ganancia de pescadores, porque en esta situación, no cabe duda de que ellos también ganan. Me refiero a nuestro gobierno, que como todos estamos ocupados en seguir la trayectoria del fenómeno, nos hemos olvidado por unas hora, de otro igualmente explosivo: lo mal que lo están haciendo nuestros gobernantes. Tregua también para ellos, que por unas horas no serán el foco de atención.
Pero, así como la ciclogénesis explosiva pasará en unas horas, no ocurrirá así con esta otra ciclogénesis, bastante más duradera y más explosiva, y en unas horas las hazañas de nuestro gobierno, volverán a ser centro de los comentarios de un país enfurecido, por los malos políticos, que le ha tocado padecer.
Que la tormenta perfecta no nos coja desprotegidos, como estamos desprotegidos frente a las acciones de un gobierno, azotado por otros vendavales de mucha más potencia, que nos están haciendo tambalear: una pertinaz crisis que nos impide ver la luz al final del túnel, aunque el presidente se empeñe en lo contrario, que dice que ve una luz. Váyase usted a saber hacia dónde mira. O si no, que se lo pregunten a nuestros parados.
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