martes, 15 de febrero de 2011

La Cruz de Oroel. Todo un símbolo

Hace unos meses la Cruz de Oroel de Jaca sufrió un atentado y apareció una mañana llena de pintadas. Ahora, gracias al trabajo desinteresado de unos jaqueses, la Cruz luce más espléndida que nunca. Desinteresado también fue el esfuerzo de otros jaqueses, hace muchos años, que subieron la Cruz al pico Oroel, cargándola por piezas en unas mulas y montándola después en el mismo pico. Entre aquellos jaqueses estaba mi abuelo, Benito Campo. Todavía recuerdo con qué orgullo nos lo contaba el abuelo y nos narraba una y otra vez el enorme esfuerzo, que tuvieron que sufrir para conseguir llevar aquella cruz hasta la cima del monte.
Por eso, cuando supe que unos desalmados la habían utilizado, para realizar pinturas de dudoso gusto sobre ella, se me encogió el alma y recordé aquellos jaqueses, que con esfuerzo montaron la Cruz y sentí pena de que hubiera gente que no valorase las tradiciones. Porque la Cruz de Oroel, presente en la vida de todos los jaqueses, es algo que, desde hace muchos años, ha estado allí, acompañándolos en su devenir y siendo testigo de sus vidas.
La he  visitado en decenas de ocasiones desde que era niña, porque en mi familia, como en la de tantos jaqueses, subir a la Cruz de Oroel, ha sido  una tradición repetida año tras año y sin la que este pico no hubiera sido lo mismo.
Esperemos que los gamberros no vuelvan a deteriorarla y respeten este símbolo presente en la vida de quienes la tenemos cerca.