viernes, 12 de diciembre de 2008

El Espejo de Oguh (3ª parte)

Pero un buen día Oguh regresó, mucho más delgado y pálido, y tirando de la manga del pijama de Hugo le despertó, éste se llevó una gran alegría al volver a verle y le dijo, que había pensado que no volvería más. Pero por fin estaban juntos de nuevo. Al comprobar que estaba tan delgado le preguntó si se encontraba bien y Oguh le explicó que había tenido que ir al hospital, porque había caído enfermo, que le habían dicho los médicos que en adelante era posible que tuviera que ir mas a menudo. Hugo le dijo que en su lado del espejo no había hospitales y que él nunca se ponía enfermo. Entonces, Oguh le respondió que seguramente por eso su madre no tenía que llorar cada noche, cuando le iba a dar el beso. Y a los dos les pareció un razonamiento convincente. Con toda seguridad esa era la causa de las lágrimas de la madre de Oguh, la enfermedad de su hijo. Y siguieron jugando como si tal cosa.
Y conforme se iban afianzando en su amistad, iba pasando el tiempo y comenzaban a hacerse inseparables. Hugo le contó a su amigo que, cuando había estado enfermo, había intentado pasar a su lado y no había podido, y le preguntó de nuevo si él utilizaba algún truco especial. Pero le respondió que no hacía nada raro, tan solo desearlo con todas sus fuerzas. Hugo pensó entonces que tendría que esforzarse más si quería conseguir pasar al otro lado, ya que no lo había deseado con todas las fuerzas, sería por eso que no lo había conseguido.
Hugo se preguntaba a menudo por qué en su lado no había hospitales, por qué nunca estaba enfermo, pero no encontraba la respuesta. Se lo había preguntado a su madre, pero le había dado una respuesta muy rara que no acababa de entender. Le había dicho que, hacía mucho tiempo, ellos también habían vivido en un lugar donde había hospitales, donde las personas se ponen enfermas, pero que habían tenido que irse de allí para vivir una vida mejor. Hugo no entendía qué era una vida mejor, o cómo había sido su vida antes de llegar a su nueva casa. Seguramente era demasiado pequeño para entenderlo, así que decidió esperar a hacerse mayor, para encontrar la respuesta y se olvidó del tema. Lo que no sabía Hugo era que algunas preguntas no tienen respuesta. Tan solo en algunas ocasiones le venían escenas a la memoria en las que veía sangre y escuchaba lamentos y después se quedaba todo muy oscuro, pero hacía mucho tiempo de eso seguramente y no conseguía recordar nada más.
Pero un día Oguh dejó de atravesar el espejo sin mediar más explicaciones, desapareció de su habitación sin dejar rastro. Tan solo en algunas ocasiones la madre de Oguh entraba en ella y lloraba mientras acariciaba sus juguetes. Hugo, que vigilaba por si aparecía Oguh, la vio en varias ocasiones. Un día se acercó al espejo y lo acarició. Seguramente presentía cuánto apreciaba Oguh ese espejo.
Hugo estaba triste desde el día que vio a Oguh por última vez, porque pensaba que nunca volvería a verle….pero un día, al poco rato de regresar del colegio su madre le llamó. “Alguien te espera en la puerta Hugo, sal a ver quién es”. Y cuando se acercó para ver de quién se trataba se quedó estupefacto. Era Oguh, con la cara algo pálida, más delgado, pero con unas ganas locas de jugar. Lo llevó a su habitación y charlaron largo rato. Le contó que estaba enfermo y que no sabía cómo se había presentado en su lado, ya que no recordaba haber atravesado el espejo. En realidad no sabía cómo había logrado pasar. Hugo intentó hacerle recordar, porque para él era importante saberlo. Si existía otro camino para pasar de un lado a otro, debía encontrarlo. Es posible que así le fuera más fácil visitar a su amigo cuando estuviera enfermo. Pero por más que lo intentaba, solo conseguía recordar escenas que no entendía.
Sabía que había tenido uno de sus ataques y lo habían llevado al hospital, pero, después de esto, solo recordaba una habitación completamente blanca con una luz al fondo. Le dijo que durante su estancia en aquel lugar escuchaba a menudo la voz de Hugo, que le decía que huyera de la luz, y que, como entre sueños, oía a los médicos comentar que estaban a punto de perderlo.
Pero no entendía a quién estaban perdiendo. Él solo sabía que estaba tendido en una cama estrecha y que le era imposible moverse. Y cuando escuchaba a su amigo decirle que huyera de aquella luz, intentaba escapar pero los músculos no le respondían. Lo último que recordaba era que había intentado con todas las fuerzas escapar de allí, como cuando atravesaba el espejo. Y de repente se había visto trasportado a la casa de Hugo. Pero no sabía cómo ni cuándo había llegado hasta ese lugar. A Hugo esta explicación le pareció familiar, él mismo había vivido algo similar, solo que él no había conseguido escapar, porque nadie le dijo que huyera de la luz.
Esto explicaría el extraño sueño que Hugo había tenido hacía unas horas. Le había visto aproximarse a un extraño precipicio iluminado de blanco y para evitar que cayera en él, le había gritado en sueños, que se alejara por otro lado, lejos de la luz. Es posible que, por unos instantes, recordara aquel día, cuando caminó hacia la luz y cayó por el precipicio y ya nunca más regresó a la que había sido su casa.
(Continuará)

2 comentarios:

Io dijo...

... pues me has sorprendido. Pensé que había otras causas, pero ahora todo se ve más sencillo.

Seguiremos leyendo...

Un beso.

Abedugu dijo...

Bueno, retrasarse un poco en la visita a veces no es malo ya que así pude leer los tres capítulos de un tirón y ya estoy preparada para la continuación.
Buen e interesante relato que deja con ganas de saber como termina.
Buen fin de semana.