Está frente a la puerta con su mano acariciando el pomo, pero no se decide a entrar. Hace tiempo que debería haber visitado el lugar, pero lo ha ido dejando y finalmente las horas se han amontonado y han sumado una hilera interminable de días. La mano sudorosa acompaña sus pensamientos... se marchó de aquel lugar con la intención de no regresar nunca. Quizá debería haber cumplido su promesa, pero el ronroneo que lleva dentro, le ha empujado a visitar ese lugar, aún cuando sabe que nada le espera ya dentro de aquella casa fría y lúgubre, que fue su pesadilla durante su infancia.
Aquella falsa oscura sobre la vivienda, llena de leña y serrín, donde pasaba largas horas con la única compañía de aquellas tablas silenciosas. Con el único chisporroteo sobre la madera, de los ratoncitos que merodeaban por aquel lugar. Aquella larga galería, donde pasaba las horas muertas observando los chiquillos que jugaban a la pelota. Ese inmenso pasillo de madera que no terminaba nunca. El hogar de la cocina, donde permanecía sentada durante horas en su rinconcito la abuelita, como la llamaban ellos, aunque en realidad era la bisabuela, con su toquilla negra sobre los hombros, emblema de toda una época.
Ahora tiene la mano en el pomo de la puerta y no se atreve a entrar. Demasiados recuerdos. Se pregunta si está haciendo lo correcto. Recuerda las palabras de su amigo, cuando le dijo que las asignaturas pendientes de la vida, deben quedar siempre pendientes, que cuando quedaron pendientes, es porque debían quedar así para siempre. Es imposible aprobar todas las asignaturas de la vida; hay que saber afrontar los suspensos y caminar con ellos hacia delante.
Estas palabras le golpean en las sienes, como si una broca misteriosa le taladrase el interior impidiéndole pensar.
Retira la mano del pomo de la puerta y se gira disponiéndose a bajar las escaleras, cuando escucha un ruido que viene de la vieja falsa. Piensa que son los ratones y continúa bajando las escaleras para escapar de aquel lugar. Y se equivoca, no son los ratones, sino sus viejos recuerdos que permanecen todavía entreverados por las vetas de aquellas maderas corroídas. Solo sus recuerdos. La llaman rogándole que los lleve con ella. Pero cuando esto ocurre, ella está demasiado lejos. Muy lejos
2 comentarios:
¡Que nostálgicos son tus relatos últimamente!Escucho en la radio un programa de relatos que envían los oyentes y tienen un estilo parecido al tuyo.
Saludos.
Hoy descubrí tu blog y veo que escribes relatos. Yo tambien lo hago. Espero seguir en contacto.
Hasta la vista.
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