jueves, 19 de marzo de 2009

Entre penumbras


Las empinadas calles de la ciudad, escasamente iluminadas, daban al entorno un clima frío y lúgubre que le hacía estremecerse en cada paso que daba. Sin embargo, a pesar de sus miedos, siguió caminando, subiendo por aquella cuesta que parecía no terminar nunca.Los chirridos de las visagras de las puertas le hacían sobresaltarse cada vez más. En medio del silencio de la noche, le parecía escuchar la respiración entrecortada de la gente tras las puertas, que observando por las mirillas de los portalones, la vigilaban acechantes con el grito de sus amenazas, gimiendo de ira y de envidia.
Se lo había prometido a si misma, tenía que seguir hasta el final para comprobar si las últimas murmuraciones eran ciertas, que en la casa donde ella vivió durante años, se escuchaban por las noches unos extraños lamentos que nadie acertaba a descifrar. Ella conocía bien aquella casa, por eso había decidido subir sola. Si había dentro algún extraño misterio, prefería descubrirlo sin que nadie fuera testigo de ello. De encontrar algo en la casa, las habladuría hubieran sido tan nefastas y destructivas como siempre. Además, qué le importaba a la gente lo que sucediera o dejara de suceder en la que había sido su casa.Todavía recordaba aquellos cotilleos nefastos que habían llevado a su prima a la desesperación y al suicidio y que finalmente habían resultado falsos.
Pero la gente de aquellas calles, algunos especialmente, disfrutaban haciendo daño y se ensañaban con el bien ajeno hasta el punto de provocar un infierno en la vida de las demás. Y decían que era cosa del clima, que los volvía así, pero el caso era que pasaban las horas maquinando maldades, para ensuciar el buen nombre de la gente de bien, que tan solo pretendía vivir en paz.
Pasó junto a la casa de los farutillos, que eran especialistas en despedazar vidas ajenas, y disfrutaban arrancando la piel de sus congéneres; habían sido toda la vida unos desgraciados y por eso pretendían que todos pagaran por ello.Y mientras caminaba junto a la puerta, se preguntaba qué pensarían si descubrieran que había subido sola a la casa, seguramente al día siguiente se propagaría una extraña historia por la ciudad, en la que la harían protagonista de algún hecho deleznable. Cuando estaba a punto de llegar al lugar se tuvo que parar para tomar aliento, precisamente junto a la casa de los judasiscariote, como los llamaba todo el mundo, por su afición a mentir e inventar patrañas, una extraña familia que no tenía más ocupación que mentir y dar puñaladas traperas, para luego hacerse los benditos escondiendo la mano asesina. Una gente ruin lo mires como lo mires.
Finalmente llegó junto a la casa y efectivamente, se escuchaban unos lamentos en el interior, como murmuraba la gente.Con la mano temblorosa sacó la llave de su bolso y se dispuso a introducirla en la cerradura. Abrió lentamente, con temor al pensar que alguien hubiera entrado en la casa y la sorprendieran. Toda la estancia estaba cubierta de telarañas, construídas concienzudamente a lo largo de muchos años. Los lamentos se escuchaban cada vez más cerca, se dirigió al lugar de donde provenían y comprobó que venían del hueco que había bajo la escalera, donde había una puerta que comunicaba con la bodega.Iluminó la zona con su linterna y empujó aquella puerta lentamente, los lamentos eran cada vez más intensos y más intenso se volvía su miedo por encontrar algo sobrenatural, cuando de repente algo le saltó sobre la cara y salió corriendo. Se trataba de un gato, que había formado allí su camada. Comenzó a reírse sobre todo de si misma, imaginando la cara que pondrían cuando contara que los lamentos eran producidos por unos inofensivos gatos.
Abandonó la casa, riéndose todavía, pero cuando se dio la vuelta para mirar la casa, observó algo que se movía tras una de sus ventanas. Pensó que eran imaginaciones suyas y siguió caminando sin dar importancia. Pero el silencio de la noche reocogió un lamento, dos personas hablaban en voz baja." menos mal, han estado a punto de descubrirnos, por culpa de esos gatos, de ahora en adelante hemos de tener más cuidado, si nos cogen los franquistas, daremos con los huesos en la cárcel o lo que es peor en el paredón".
(Este hecho tiene connotaciones reales y este relato está dedicado a los supervivientes de la guerra, que padecieron las crueldades y asesinatos del franquismo)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó Sofi, me tuviste en vilo por un buen rato :), un saludo amiga!

Anónimo dijo...

Pasate por aquí, te guardo una sorpresita...
http://alasdeplomo.com/2009/03/20/%C2%A1he-recibido-un-premio/

Nuria dijo...

Ya suponía que había gato encerrado. Se palpa el miedo y la ira contenida.
Besicos

Anónimo dijo...

Sofi has ganado un premio, pasa por mi blog a buscarlo. Un abrazo amiga! Vicairot