Se despierta como si fuera una mañana cualquiera, de un mes cualquiera, un día como cualquier otro. Se siente débil y, aunque apenas puede abrir los ojos, puede adivinar las siluetas que la rodean, puede escuchar voces que no acaba de entender, pero que le son familiarmente extrañas. Intenta incorporarse en la cama pero no puede. Alguien le dice "no te precipites, es pronto todavía", y no entiende el porqué de aquella frase. Lo mira todo y, a pesar de que presiente que aquellos objetos han estado con ella mucho tiempo, no los acaba de reconocer. Es como si lo viera todo entre nebulosas, sin la nitidez de los objetos reales. Se siente como si viniera de otro mundo, por el que hubiera estado viajando mucho tiempo.
El anciano que la observa desde el rincón de la habitación, no puede reprimir las lágrimas. Se acerca junto a ella, le acaricia la mano y le da un beso en los labios, casi sin rozarla, como aquel primer beso. Ella se estremece y al verle tan cerca y sentir sus labios revolotear junto a sus mejillas, recuerda aquel beso. De repente se da cuenta de que ha pasado toda una vida, porque al intentar acariciar las mejillas de aquel anciano, descubre sus manos arrugadas. ¿Qué ha pasado con nosotros? _pregunta_ y le responde el anciano _toda una vida.
Pide un calendario y cuando busca la fecha descubre que han pasado muchos años....Vuelve a mirar al anciano y desea vivir su vida desde el punto donde la dejó, cuando aquel fatal accidente la sumergió en un coma del que acaba de regresar.....
1 comentario:
Es un relato muy tierno, Sofi. Recordar el primer beso después de toda una vida...
Un abrazo
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