martes, 29 de julio de 2008

Cisnea y el lago cristalino (relato)


Había una vez....una chiquilla
Que vivía en un pueblecito del Pirineo, junto a las montañas, rodeado de una hermosura jamás vista. Cada día Cisnea, que así se llamaba la niña, acudía al monte y, después de caminar largo rato, llegaba a un salto precioso, que descendía por la montaña y terminaba en un lago pequeño de agua cristalina, tan cristalina que a ella le parecía el espejo más bonito que había visto nunca. Y doblando las rodillas, se agachaba para verse reflejada en el lago, que le devolvía una imagen radiante de su rostro. Cisnea no entendía por qué aquel lago le devolvía tal imagen y ocultaba las cicatrices de su mejilla, que no se veían reflejadas en espejo tan cristalino.
Y cada día regresaba al pueblo, donde debía enfrentarse a las miradas curiosas de la gente que, una y otra vez, le miraban la cara y se volvían para cuchichear a sus espaldas, seguramente por lástima, porque Cisnea les oía decir "pobrecita,qué fatal accidente, con lo guapa que era".
En más de una ocasión Cisnea estuvo tentada de contarles lo del lago, pero pensó que no lo entenderían y guardó silencio.
Había una persona en el pueblo, Alima, que la odiaba con todas sus fuerzas y cada vez que la veía se burlaba de ella con insultos. Curiosamente Alima era la envidia de todos por su belleza, y ella que lo sabía, se vanagloriaba aún más por ello. Un día que Cisnea no podía más, le contó lo del lago y le pidió que subiera con ella al monte para comprobarlo.
Subieron juntas al cabo de unos días y Alima pudo ver cómo Cisnea se trasformaba en la más hermosa cuando se veía reflejada en el agua cristalina de aquel lago. Y Alima sintió todavía más rabia y deseando superar esa belleza quiso mirarse también en el agua para ver si aumentaba más su belleza. Pero Alima se llevó un disgusto, porque, cuando se agachó para mirarse en tan peculiar espejo, comprobó que no solo no era más hermosa, sino que su su rostro apareció cubierto de cicatrices horrorosas, que la convertían en un ser horrible y feo. Comenzó a llorar de rabia por aquello y maldijo a Cisnea por haberla llevado a ese lugar. Pero Cisnea que era una buena persona, la tranquilizó diciéndole, que no se preocupara,ya que en cuanto se levantara y se alejara de las aguas del lago, ya no le quedaría ni rastro de aquellas cicatrices, ella en cambio tendría que seguir viviendo con ellas para el resto de su vida.
Alima se tranquilizó cuando comprobó que Cisnea tenía razón, ella vio desaparecer sus cicatrices mientras las de Cisnea volvían a su rostro. Y regresaron en silencio al pueblo. Alima desde entonces dejó de insultar a Cisnea, por lo menos había aprendido algo, aunque siguió siendo tan presumida y altiva como siempre, porque la verdadera lección del lago, que conocía muy bien Cisnea, no la entendió nunca. La belleza está en el interior y no en las cosas superficiales y furtivas que nos rodean.


4 comentarios:

celebrador dijo...

Mira tú, en el mismísismo sitio en que está la felicidad

Ligia dijo...

Pues qué pena que no entendiera al final la verdadera lección del lago. Bonito relato.

Vivianne dijo...

Que bonita historia y con una gran enseñanza, se la leeré a mi sobrina, buen post!!

Anónimo dijo...

Que bonita historia y con una gran enseñanza, se la leeré a mi sobrina, buen post!!