Os prometí que contaría más detalles de nuestro último viaje por la Costa Mediterranea y como lo prometido es deuda, voy ha hablar de algo que nos impactó en este viaje. Tenemos una amiga en Oropesa, que se llama María, y decidimos pasar a visitarla. Estuvimos viendo esta localidad que, como muchas del Mediterraneo, está dividida entre lo que es el pueblo (que suele ser muy bonito) y la Costa en si, que no lo es tanto. Las playas de Oropesa son bonitas y también el pueblo en sí. Dimos un paseo y tapeamos en un bar unos boquerones con patatas chips que estaban riquísimos. Y claro ¡como no! fuimos a visitar Marina D'Or.
Cuando llegamos no pude evitar recordar el continuo bombardeo publicitario a que fuimos sometidos estos años atrás, en el que se prometía el paraíso junto con una calidad de vida extraordinaria, si comprabas un apartamento allí. Pero, igual que a Ícaro cuando se le derritieron las alas y cayó al suelo, se nos derritieron las nuestras y nos dimos un soberano tortazo dando de bruces contra el suelo frío y duro de la realidad más profunda. Aquello que teníamos ante nuestros ojos ni tenía nada de paradisiaco ni ofrecía una calidad de vida extraordinaria, sino todo lo contrario, entre otras cosas porque de lo prometido a los compradores en la publicidad, casi nada de nada. Las enormes colmenas de apartamentos, eran todo el paisaje con el que se podían deleitar la vista; en ellas podían n habitar miles de personas, apiñadas y casi sin sitio para respirar.
Pasamos por una calle llena de guirnaldas de luces, igual que las que se ponen en las ciudades y pueblos para Navidad, pero a lo bestia, sin casi espacio de unas guirnaldas a otras y todas apiñadas. No quiero ni pensar, cuando estén todas encendidas, la sensación sofocante que pueden provocar, por no hablar de lo horteras que son y lo chabacanas que resultan.
Ya habréis podido suponer que nuestra decepción fue mayúscula cuando vimos que aquello que creíamos elegante y bonito no era más que un cúmulo de horrores y mal gusto. Hablamos con algunas personas , que nos comentaron los problemas que estaban teniendo para hacer cumplir lo que la publicidad "engañosa" les había prometido.
En fin, salimos de allí con el deseo de no regresar, aunque si que regresaremos a Oropesa a visitar a nuestra amiga María. Cuando estábamos alejándonos de allí me volví a mirar y no pude menos que exclamar ¡Marina D'Horror!.
Como contrapunto puedo contar que estuvimos en un camping en Oropesa donde nos trataron muy bien. Desde aquí un saludo para Carmen, que se deshizo en atención y hospitalidad.
(foto: playa de la Concha de Oropesa)
3 comentarios:
Muchas veces lo prometido no se cumple, y si es en cuestión inmobiliaria, peor. Yo, por la publicidad, me lo imaginaba también un paraíso. Un abrazo
Y siguen con la propaganda, a todo dar. Es lo que tiene la publicidad, vender aunque sea engañando, por eso hay que tener los ojos bien abiertos y mucho sentido común que paradojicamente es el menos comun de los sentidos.
Un abrazo
encantado de haber entrado en tu blog y arrepentido de no haberlo hecho antes, me parece sensacional de veras (por cierto diselo a tu jefe y amigo José Luis para que no me regañe). Me parece muy completo y desde luego que tomare notas y me copiare alguna cosilla para uno, muchiiiiisimo mas discreto que he empezado a hacer yo.
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