¿Qué pensarías si te dijeran, que en han despedido a un trabajador, por presentarse a las elecciones?
Seguramente mostrarías incredulidad, los ojos te harían chiribitas, pensarías que te estaba mintiendo, que estaba exajerando, o cualquier otra cosa.Podría afirmar que lo último que pensarías era, que te estaba hablando de un hecho real.
Y tan real como la vida misma, aunque no se entienda que en plena democracia, estos ramalazos del fascismo de las "entre guerras", sigan coleando todavía en algunos ambientes.
Actualmente siguen pasando estas cosas, contrarias a la democracia y a la constitución española, solo porque unos pocos se niegan a comprender, que dichas actitudes, que no estarían mal vistas en la Europa de1918, en el 2011 no solo son obsoletas, sino que atentan contra los derechos fundamentales, expresados como tales en la Constitución. Esta actitud tan destructiva debería ser sancionada y como poco recriminada públicamente, y alguien debería responder por permitir que tal hecho sea tema de actualidad en 2011. ¿O seguimos en hace cien años?. Algunos sin duda que lo creen.
No debemos callarnos ante el hecho de que un trabajador haya sido despedido por cuestiones políticas.
No callaremos, ni apoyaremos una actitud tan punible, pero en una sociedad donde el hambre de poder cree que todo está bien, con tal de saciar el estómago hambriento, será difícil erradicar hechos tan perniciosos y deberemos seguir conviviendo con quienes piensan que seguimos en 1918.¡Qué pena!
Ya lo dijo Antonio Gala que al poder le ocurre como al nogal, que no deja crecer nada bajo su sombra. Y cuestión de sombra es que quienes están en el poder no quieran aceptar a quienes temen que se la hagan.
Lo malo de todo esto es que éste, no se trata de un hecho aislado ¿Será cuestión de miedo o simplemente de avaricia? O será que no saben hacer nada mejor para defender sus candidaturas, que intentar quitar de en medio a los contrincantes, ayudándose de toda clase de artimañas, dejando de manifiesto lo que son: alimañas politiqueras sedientas de sangre ajena.
Está pasando que los que están en la cúpula del poder, no quiere que nadie más se suba a él, y para ello les da lo mismo vulnerar el derecho constitucional al trabajo de los ciudadanos , solo porque forman filas en una lista electoral, que poner todo tipo de zancadillas a quienes ven como una amenaza, que posiblemente les hará tambalear en su cúspide tarde o temprano.
Está pasando que los que están en la cúpula del poder, no quiere que nadie más se suba a él, y para ello les da lo mismo vulnerar el derecho constitucional al trabajo de los ciudadanos , solo porque forman filas en una lista electoral, que poner todo tipo de zancadillas a quienes ven como una amenaza, que posiblemente les hará tambalear en su cúspide tarde o temprano.
Flaco favor se hacen a sí mismos quienes obran de esta manera, que no se dan cuenta de que con su actitud, pueden estar quedando al descubierto sus malas intenciones, porque no saben que los monos, cuanto más arriba del árbol están, mejor dejan ver su culo.
Censurable actuación la de las empresas que, dejándose amedrentar por ellos, les hacen caso y despiden trabajadores sin piedad, tomando parte de comportamientos tan obsoletos, que hace cien años no hubieran llamado la atención, pero hoy son anacrónicos y recriminables.
Rabindranath Tagore en una ocasión dijo:
Censurable actuación la de las empresas que, dejándose amedrentar por ellos, les hacen caso y despiden trabajadores sin piedad, tomando parte de comportamientos tan obsoletos, que hace cien años no hubieran llamado la atención, pero hoy son anacrónicos y recriminables.
Rabindranath Tagore en una ocasión dijo:
"Agradezco no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por ellas"
Y es que las ruedas del poder aplastan por donde pasan y, como los caballos de Atila, no dejan que vuelva a crecer la hierba, ni que nuevos brotes amenacen su permanencia en la cúspide.
La pena es que éste no sea un caso aislado y que la lucha por dicho poder, al igual que en la Edad media, siga siendo cuestión de fuerza bruta, y no de actos inteligentes.