Hay que ver cómo se maquillan las estadísticas cuando se hace balance de los acontecimientos. He leído en un diario que en la provincia de Huesca han habido momentos de un 90% de ocupación hotelera durante la semana santa. Eso, aunque contáramos al personal del hotel, no se lo cree nadie. A no ser que ese porcentaje se refiera a algún hotel en concreto, uno solo, en cuyo caso me callo, porque sé que ha habido alguno que si ha llegado a esa cifra. Pero de allí a hacerlo general va mucho. Y si no, que nos pregunten a quienes vivimos en zonas de turismo, qué ha pasado esta semana santa.
Gente ha venido bastante, aunque menos que en temporadas pasadas, y si leemos en los diarios lo que han dicho al respecto expertos del sector, veremos que se niegan a aceptar lo evidente: que estamos en crisis. Porque han achacado a la climatología el descenso de visitas. En fin, teniendo en cuenta que España ha estado pasada por agua, sobre todo en el Sur y el Mediterráneo, no podemos quejarnos, porque en el Pirineo han caído algunos chaparrones, que para nada han enturbiado las vacaciones. Y gracias a que en otras partes ha llovido, por aquí hemos tenido gente, que de haber hecho buen tiempo en las playas, no hubieran aparecido por aquí.
Así que no echemos la culpa al tiempo, cuando no ha sido esa la razón del descenso de visitantes y de consumo.
Qué lejos quedan esas mareas humanas, que nos solían visitar en estas fechas, que recorrían el pueblo de cabo a rabo y casi tenían que empujarse para abrirse paso, y que cuando las veías acercarse en las horas punta decías ¡que vienen, que vienen!
Venir lo que se dice venir, han venido más de los que muchos auguraban, pero han gastado menos y más que una marea humana, han sido como el río Gállego en Agosto, comedidos, sobrios y silenciosos.
Sin embargo a pesar de todo nos sentimos "razonablemente satisfechos" como han dichos otros, pero, eso sí, esperando que el próximo puente de mayo (que el día 1 en muchas autonomías se pasa al lunes),cubra las expectativas y venga mucha gente. Será el último coletazo del cisne, tras el que llegará el silencio, la paz y la monotonía, y como los aficionados al senderismo no lo remedien, hasta el verano será así.