Es cosa común entre los políticos el mal empleo de los fondos en cosas innecesarias. Demasiados coches oficiales, excesivos billetes en clase preferente, comilonas en grandes restaurantes y pernoctaciones en hoteles millonarios. Todo, por supuesto, a costa del contribuyente. Y es que nuestros políticos se piensan que cuando ganan las elecciones pasan bajo una pancarta donde pone: ¡aaaaaaaaaaa gastarrrrrrrrrrr!Y ¡hale! todos a derrochar como bellacos, como si fuera la cosa más natural del mundo gastarse el dinero de los contribuyentes en beneficios tan particulares.
Por eso creemos que un buen político ha de ser ahorrador: en sus cosas particulares, dietas y demás prevendas, y en las de su partido y administración de sus municipios.
Por eso los ayuntamientos deben preocuparse de gastar el dinero en cosas absolutamente necesarias para el buen vivir de la población, en proyectos cercanos. Hay que atender primero las necesidades más acuciantes, antes de derrochar en polígonos, por ejemplo, cuyo fruto es posible que lleguemos a ver dentro de mucho tiempo, eso si lo llegamos a ver. En una población, con el índice de paro que tiene la nuestra, no se entiende por ejemplo que se gaste tanto en un polígono hoy por hoy innecesario, y cuyas naves parece ser que no tienen compradores.
Los ayuntamientos deben ahorrar y eliminar lo que se gasta de más, para poder atender mejor las necesidades cercanas, como por ejemplo el paro entre los jóvenes, la atención domiciliaria a los ancianos etc.
Sería un buen comienzo eliminar tanta cesta de Navidad y que cada cual se comprara los turrones, como se hace en casi todas las partes. Con lo que se ahorre se pueden limpiar las orillas del río, que buena falta les hace.
Son solo ideas, que cada cual coja la que quiera.