¡Quién no ha soñado con ser pájaro!

Un pájaro que vuela alto y desde arriba observa a la gente buena, pero también ve la mano depredadora del hombre. Y desde su altura ve esos seres insignificantes, capaces de mil atropellos, de mil envidias, de mil manos devastadoras. Y los pájaros ven a quienes pretenden esconder sus maldades. Pero desde arriba lo ven todo más claro.

No puede esconderse el vil a la mirada del pájaro en lo alto, por más que lo pretenda. Intenta tapar tus sucias manos, que siempre habrá un pájaro observándote desde arriba. Si yo fuera pájaro volaría alto y desde allí descubriría los caminos que atraviesan las lenguas viperinas que van y vienen sin rumbo, reptando entre sus miserias.