viernes, 18 de abril de 2008

El Rumor del barranco (Relato ficción)

(2ª versión del salto Os Lucas)
Durante unos minutos tuvo que zigzaguear por el barranco D’os Lucas, yendo de lado a lado, saltando de piedra en piedra, hasta que escuchó un rumor y caminó hacia él. Tanto caminó que llegó a una enorme estancia, dentro de una cueva, habitada por pequeños seres que estaban por todas partes, inundándolo todo con un extraño lamento. De repente vio algo que brillaba. Era como un espejo donde podía leerse “Si dejas que se agote lo mas valioso, todo desaparecerá…” Se inclinó sobre él y la imagen que éste le devolvió, le hizo dar un salto hacia atrás. Una pertinaz sequía estaba destruyendo el mundo. Entonces comprendió que lo más valioso era el agua y se le estaba encomendando la misión de salvarla. Aquellos seres misteriosos eran menudas gotas de agua que intentaban sobrevivir resguardándose en aquel lugar. Las gotas se deslizaron por sus mejillas y llegaron a su corazón dando saltos de alegría. Habían encontrado la persona que evitaría la destrucción.
Le entregaron un pergamino con las instrucciones y le explicaron que si no actuaba con rapidez, ellas, que eran las últimas de la especie, terminarían desapareciendo.
Cuando regresó a su casa, fue tan impresionante la labor que hizo, que cada día que pasaba, la tierra estaba más húmeda y los ríos llevaban más caudal. El mundo había aprendido a valorar el agua y a conservarla.
Al cabo de algunos años cuando regresó al barranco D’os Lucas, comprobó que la vegetación había reverdecido. Miró de frente la cascada, que caía con el ímpetu de la naturaleza, y sus ojos le devolvieron la imagen de aquellas gotas de agua, que un día habían inundado su corazón.
Desde entonces, éste es considerado como el barranco más bonito de Biescas, y se dice que vienen a visitarlo desde todas las partes del mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá las cosas fueran así de simples, y el mundo se fuera llenando de aguas tranquilas que hicieran florecer a todas las plantas y árboles marchitos.
Por cierto en la cabecera veo unas nubes diluviando, por ello y por las previsiones no voy a subir al Pirineo, tendré que hacerlo pronto aunque no sea fin de semana y posiblemente solo.
El agua habrá hecho crecer el césped, el aire habrá acumulado hojas y habrá que comprobar si hay goteras en la casa, o alguna teja fuera de su sitio.
Un abrazo.