He visto aprender a volar a un gorrión

De nuevo un fin de semana tranquilo y soleado, estamos en vísperas de puente, así que no habrá demasiada gente. Es una lástima porque está haciendo un tiempo estupendo y ya hay gente que me ha dicho, que comienzan a salir las setas de temporada, sobre todo senderuelas (que en tortilla están estupendas). Es la mejor época para dar paseos por el monte y hacer senderismo, porque no hace demasiado calor, y el vientecillo del Pirineo te propicia un paseo agradable y sin agobios.

Todo el monte está lleno de pequeñas florecillas que bordean todos los ribazos y los visten de colores. Los pajarillos revolotean con aires de cortejo, comienzan a buscar pareja porque pronto comenzarán a hacer sus nidos. Cerca de donde yo vivo pronto se comenzarán a ver nidos de gorriones y golondrinas. La primavera pasada pudimos ver una mañana, cómo aprendía a volar un gorrión. Primero la mamá iba delante y el polluelo tras ella, siguiéndole el vuelo a duras penas, porque iba como tambaleándose. Estuvieron así unos días con estas lecciones de aprendizaje, pero un buen día el polluelo bajó solo del nido revoloteando, aunque primero chocó con una de las persianas de la vivienda, y cayó al suelo, supongo que mareado por el impacto, a continuación, cuando se recuperó salió volando hacia una maceta y se escondió detrás. Al poco rato retomó su vuelo y , después de unas intentonas fallidas, voló hacia el nido, esta vez con más seguridad, aunque tuvo que descansar, antes de llegar, en una de las repisas de una ventana de la casa.

Y podría contaros muchas cosas como esta, que hacen que se pronuncie una sonrisa en tus labios cuando menos los esperas. Son las cosas de vivir cerca de la naturaleza, donde las cosas se ven de otra manera.