sábado, 16 de febrero de 2008

G.P.S. y la rotonda invisible


El lunes pasado por la tarde iniciamos nuestras cortas vacaciones en dirección a Santander. Hace unos meses compramos un G.P.S. que, al calor de la publicidad de Publipunto que acabábamos de oír en la radio en una conocida emisora, parecía maravilloso y perfecto. Ya sabéis como van los temas publicitarios, que a veces te venden productos que nada tienen que ver con la realidad posterior. Nos dispusimos a encender el GPS (que a partir de ahora llamaré Gepesa porque tiene voz de mujer) y después de esperar unos minutos a que captara el satélite, lo programamos para llegar a Santander. Yo no recordaba que lo había configurado para que nos llevara por la ruta más rápida y no por la más corta, así que nos quedamos asombrados cuando vimos que para ir a Santander desde Biescas (Huesca), nos encaminaba a Zaragoza, que seguramente era la ruta más rápida pero no la más corta, por donde nosotros queríamos ir. Gepesa, que es una buena tozuda, empeñada en llevarnos por Zaragoza, nos mandaba a todos los cambios de sentido para que diéramos la vuelta, por supuesto no le hacíamos caso porque por suerte conocíamos el camino más corto. Y, después de pasar Jaca, cuando estábamos llegando a Puente la Reina, todavía nos quería hacer dar la vuelta para ir por la ruta de Zaragoza. Para entonces ya llevábamos unos cincuenta kilómetros de viaje.
De repente recordé lo de la configuración y Salí del navegador para volver a configurarlo y pedirle la ruta mas corta. Bueno, parece ser que Gepesa se resignó al fin y comenzó a dirigirnos por esa ruta. En realidad no necesitábamos a Gepesa, pero por aquello de los radares nos pareció una buena idea ponerla en marcha.
A estas alturas de viaje, la pobre estaba un poco atolondrada y comenzó a decir incoherencias. Toda su obsesión era decir “entre en la rotonda y tome la segunda salida”, cuando ni había rotondas ni nada que se le pareciese. Íbamos tan tranquilos cuando de repente nos dice “gire a la izquierda” y resulta que era una carretera toda recta. Pero cuando intentábamos tomar una curva ella rizaba el rizo, como cuando en una de esas curvas, con el pantano de Yesa en frente, comenzó a decir “siga recto””siga recto”, pero”jodida, que nos caemos al pantano si seguimos todo recto” le dije. Y comenzamos a reír porque, desde luego, era lo mejor que podíamos hacer. Después pasó el resto del viaje enviándonos por rotondas invisibles, que solo ella conocía, y nosotros partidos de risa, cada vez que nos decía “entre en la rotonda y tome la segunda salida”.
Y en cambio otras veces que había rotondas, se callaba como una muda sin avisar hasta que estábamos dentro. ¿Lo haría para fastidiar? Jajaja. El caso es que decidimos ignorarla para el resto del viaje, que con tanta rotonda invisible nos estaba volviendo locos. Además no nos dejaba para ni a tomar un café, porque cada vez que salíamos de la ruta se ponía como una loca “siga recto, siga recto”. “¡Un café por favor Gepesa, déjanos tomar un café!” le decía yo.
Al final llegamos a la conclusión de que nos había salido una Gepesa traumatizada y respondona y por eso no daba pié con bolo, y eso que unas horas antes de emprender el viaje la habíamos actualizado. Para que luego digan que estos aparatitos son tan estupendos. Pues no os fiéis que acabaréis perdidos por las rotondas. Finalmente nuestra intuición pudo más que la Gepesa y llegamos felices a nuestro destino.


2 comentarios:

Alfredo dijo...

Jajajajajaj... Divertida la peripecia con el aparatejo. Pero dale otra oportunidad mas al chisme, Sofia. Mi experiencia me dice que estos trastos te sacan de mas apuros que te meten. Aunque es verdad que alguna vez se ponen muy cabezones. Ademas, solo es cuestión de una buena cartografia y una correcta configuración y suelen llevarte donde les dices. Y si no, ya os prestaré el mio que parece que lo tengo "amaestrado".
Un saludo, y gracias por la tardia cena del viernes.

Anónimo dijo...

Me acabas de arreglar la tarde Sofi. Vengo toda encendida de una reunión con el tutor de Patxi y después de leer tu post se me ha arreglado un poco el humor. ¡qué bueno! Menos mal que finalmente llegasteis a vuestro destino.