martes, 15 de enero de 2008

Apoyado en un bastón (relato)


Camina lentamente apoyado en su bastón, como queriéndole arrancar minutos a la vida. Se ha levantado, igual que todos los días, a eso de las ocho de la mañana, ha desayunado sus sopa de leche con pan, se ha colocado su boina y su gabardina y se ha dirigido al parque. El mismo parque que lleva visitando cada mañana desde hace veinte años. Se ha sentado en el mismo banco y ha cerrado los ojos, como queriendo recuperarse del cansancio.

Le duelen las piernas debido a la artrosis que padece, cada paso que ha dado ha sido como una punzada traicionera, que le recuerda constantemente que tiene mas de noventa años. Con movimientos lentos pero ciertos saca un pañuelo de su bolsillo, como los de hace años, y se limpia el sudor sosteniendo el pañuelo con sus manos arrugadas y temblorosas. Después permanece apoyado en su bastón, como queriendo pensar, observándolo todo. Los recuerdos, escondidos por entre los árboles, le chistan desde sus escondrijos, dándole ilusión por vivir.
Y se siente más vivo que nunca, porque las ganas de vivir, han ganado para él la batalla de un nuevo día. Luego se queda dormido, igual que un bebé en su cuna, ajeno a cuanto le rodea.
Y sueña, como cada día desde hace veinte años, que al día siguiente se sentará en el mismo banco, apoyado en su bastón sobre sus manos arrugadas, intentando arrancarle unos minutos más a la vida.

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