sábado, 19 de enero de 2008

Por el bordillo de la acera (Relato)


Corretea por el jardín, sin miedo a los peligros. Se sube sobre los bancos o camina por el borde de la acera, como queriendo mantener el equilibrio, y no cae porque está seguro de sí mismo, porque tiene ilusión y grandes ganas de vivir. Corre, grita, canta, juega, desconoce todavía lo cruel que puede ser la vida, pero no le interesa saberlo, quiere seguir viviendo en sus pocos años, sin salir de ellos, sin querer crecer, porque su vida es bonita. Y vive intensamente, aunque no lo sabe, segundos repletos de emociones; está descubriendo la vida y le parece fascinante, aunque hay millones de cosas que no entiende, pero no le importa, en el fondo sabe, que si tiene paciencia, la vida le dará todas las respuestas.
Y cuando la vida le responda y le devuelva un mundo diferente al que soñó, cuidadosamente sacará esos segundos de intensas emociones, que acumulaba de niño, recordará tantas tardes, cuando caminaba por el bordillo de una acera sin caer, y sabrá que le espera otro mundo de sensaciones mágicas, lleno de emociones. Entenderá que se habrá hecho un hombre. Y, como cuando era niño, seguirá acumulando segundos de intensas de vivencias, que le servirán de apoyo, cuando camine por la cuerda floja de un mundo, que no soñó, pero que será su mundo. Y logrará caminar sin caer, como cuando caminaba por el bordillo de la acera.

1 comentario:

Abedugu dijo...

Muchas veces se necesitan esos pequeños recuerdos para poder soportar la realidad del momento.
Un saludo