¡Quien lo iba a decir! Cuando le hicieron esa fotografía, que su vida le iba a proporcionar tantas aventuras y tantas desdichas al mismo tiempo. De niña, ya era una persona misteriosa, extremadamente reservada y callada, pero de temperamento fuerte y seguro. Pasó su infancia entre risas y alegrías, pero no tardarían a pasarle factura, cuando en plena juventud tuvo que ausentarse de su casa de Eniza para irse a servir a la ciudad, de donde no regresó hasta pasados muchos años.
Con la Primera guerra mundial por medio, no eran de extrañar las miserias por las que estuvo obligada a pasar, para sobrevivir en un mundo duro, que no aceptaba a las mujeres liberales, porque si había algo que la podía definir era su liberalismo, que la convertía en una mujer revolucionaria y muy adelantada para su época.
Salvando obstáculos allí donde estaba, logró adentrarse en un mundo misterioso que la cautivó y terminó convirtiéndose en una espía que trabajó para los franceses. En Francia permaneció algunos años sirviendo y al mismo tiempo llevando peligrosas misiones, que le encomendaban y que continuamente ponían a prueba su resistencia y su vida. Pero tuvo mucha suerte y logró salir victoriosa de todas ellas. Su tenacidad y valentía la fueron convirtiendo en una mujer dura y exigente.
Pero un buen día apareció en Eniza, después de algunos años, llevando con ella una chiquilla que andaría por los doce, que físicamente se le parecía, pero nunca reveló que fuera su hija, aunque la gente comentaba que lo era y en cuanto a su padre, que se trataba de algún alto mando del gobierno francés. Y cada mes, desde entonces, estuvo recibiendo la visita de alguien, que iba en un coche diplomático. Pero en uno de aquellos viajes decidieron llevarse la chiquilla con ellos y nunca volvieron a verles por el lugar. Los que la conocieron decían que aquella niña era su hija, que padecía una enfermedad y por ello se la trajo a España, para que se restableciera con el clima puro de la sierra.
Su vida desde entonces se convirtió en una pesadilla, se transformó en una mujer sombría, que rechazaba compañía de propios y extraños, aislándose en su casa, de donde solo salía una vez al mes, para bajar al pueblo a comprar. Y Fusil en mano bajaba al mercadillo, ante la mirada expectante de cuantos vivían allí. La gente comenzó a pensar, que estaba trastornada y procuraban evitarla. Tenía pocos amigos y cuando los chiquillos se acercaban a su casa para verla, los echaba de allí a escopetazos, que disparaba desde uno de los ojos de buey de la casa, y los pobres salían corriendo, como almas que persiguiera el diablo.
Un buen día dejó de bajar al pueblo para hacer la compra y preocupados porque pudiera pasarle algo, sus familiares, que los tenía, fueron a su casa y la encontraron muerta. No encontraron nada de ella, excepto un revolver de nácar y mucha ceniza en la chimenea. Había quemado todos los documentos, seguramente para que los que la encontraran, no pudieran encontrar ninguna pista de lo que había sido su vida, posiblemente una Mata Hari durante la guerra, la primera guerra mundial.
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