Está parada junto al kiosco y se entretiene mirando los titulares de las revistas; nunca ha leído una revista y se pregunta cómo puede haber tanta gente que lo hace. Otras personas se acercan y compran diarios, cuadernillos de pasatiempos y ella las mira, solo las mira porque no tiene nada mejor que hacer mientras espera. Parece intranquila, como si la espera se le estuviese haciendo eterna. Mira a un lado y a otro y luego comprueba la hora en su reloj de pulsera. y sigue esperando, parece que se retrasa, o quizá es que su reloj va adelantado.
Después de unos minutos comienza a dar pequeños pasos que van y vuelven , acabando por detenerse junto al kiosco. Y sigue mirandom las portadas de las revistas.
Puede que no sea una buena idea y decide marcharse, pero algo la detiene. Quiere seguir esperando. Pero si ¿todo resulta un fracaso? Está decidia a seguir adelante.
Además, piensa, no adelantaría nada escapando a esta situación, y quiere hacerle frente. Y espera. No cabe la menor duda de que se retrasa, su reloj de pulsera no puede estar tan equivocado. ¡Un momento! ¡parece que se oye algo! Efectivamente es él, que viene a lo lejos, resoplando, como el que sabe que llega con retraso. Respira hondo. Ha llegado el momento y se arma de valor.
Pero....
Minutos mas tarde, sigue parada junto al kiosco. Ha dejado que pasara de largo. Ha sido de repente, que ha tenido una intuición y ha decidido no coger el tren de las ocho y cuarto y le ha dejado escapar. Y se ha marchado caminado por el andén y cuando ha vuelto la mirada solo ha visto a lo lejos el kiosco de revistas, que hay en medio del andén....
1 comentario:
Quizás en todo ese tiempo de espera consideró que no merecía la pena.
Un saludo
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