miércoles, 9 de enero de 2008

Se me ha perdido la cintura.(Traducción: La mujer diez)

Cuando Calamidad salió aquella mañana de su casa no sabía que su vida iba a cambiar de un modo repentino y sorprendente. Faltaban pocos días para el comienzo de la primavera y su armario se había quedado obsoleto. No recordaba cuando había salido de compras por última vez y ojalá no hubiera salido aquella mañana tampoco. Siempre que compraba lo hacía a toda prisa, porque sus obligaciones le impedían hacerlo de otra manera, pero aquel día se dijo a si misma, que ya era hora de mejorar su calidad de vida y que bien valía la pena dedicar una mañana a comprarse unos trapitos.
Se dirigió al centro de la ciudad, hacia unos grandes almacenes y comenzó a visitar cada una de sus secciones. Fue hacia las escaleras mecánicas y recorrió planta por planta leyendo todos los carteles indicativos. Primera planta: caballeros. Pasó de largo. Segunda planta: señoras. ¿Señoras? Uf. Le entraron sofocaciones. Yo ¿señora? No soy tan mayor, miraré primero en la sección de jóvenes, es posible que encuentre algo, no me quiero vestir como una vieja. Tercera planta: informática. Cuarta planta: deportes. Por un momento creyó que la planta de jóvenes había desaparecido. Quinta planta: moda joven. Es la mía.
Pero conforme caminaba, mirándolo todo, se iba dando cuenta de que aquello no encajaba demasiado con ella. Ropa demasiado ajustada. Cinturas demasiado bajas. Tops demasiado provocativos. Tacones demasiado altos. ¡Socorro! ¡será posible que no encuentre nada para mí!. Miró a lo lejos y vio la sección de pantalones. A lo mejor encuentro uno que me sirva. Buscó y rebuscó sin éxito, la talla más grande que encontró era una 38. ¡Dios mío! ¿dónde estará ya mi talla 38?.
Finalmente se dio por vencida y dejó de buscar. Era inútil. Bajó a la planta de señora. Es posible que aquí encuentre algo juvenil escondido, también hay ropa juvenil para señoras ¿no? Buscó y rebuscó y cuanto más interés ponía, daba con tallas más grandes. Cogió unos pantalones de la talla 42 y se dirigió a los probadores. Después de unos minutos ¡horror! Tampoco los de las 42 le servían. Pero… ¡si nunca he llevado nada más grande de la 38! ¿cómo puede ser esto?. La hundió el desánimo y le hizo desistir de sus intenciones de compra. Se negaba a comprar algo que fuera mayor de la talla 40. Intentaría adelgazar y volvería unas semanas más tarde.
Y volvió unas semanas más tarde, se probó el pantalón y seguía sin podérselo poner. Es que los fabricantes cada vez hacen las tallas más pequeñas. ¡Así no hay manera! Volvió a dejar la compra para mejor ocasión. Salió de los grandes almacenes
Y cuando se vio reflejada en un escaparate lo entendió todo de repente. ¡Se me ha perdido la cintura!
El mundo se le hundió bajo los pies. No se había dado cuenta de lo mucho que se había engordado. No hacía ni dos años que todavía llevaba la talla 38 y ahora no se atrevía a probarse ni la 44, porque ¿y si no le iba bien? Decididamente sería mejor dejarlo para mejor ocasión. Me niego a comprar ropa tan grande.
Caminó despacio hacia su casa y mientras caminaba iba pensando que un hecho sin importancia no le iba a quitar el sueño, ni la serenidad. Después de todo se sentía feliz con su vida. Al fin y al cabo solo eran unos kilitos de más. Tenía una edad crítica, 51 años. A ver que mujer no engorda a esa edad! ¡qué narices!. Entró en el portal de su casa y se dirigió hacia el ascensor, pero luego repentinamente decidió utilizar las escaleras. Era un buen comienzo si quería perder unos gramos. Y cuando esa noche se miró en el espejo antes de acostarse comenzó a reírse. Y rió durante unos minutos. Después de asumir su nueva talla se dijo a si misma: ¡que narices! ¡si resulta que eres una mujer diez! .Te faltan diez centímetros de altura y te sobran diez kilos de peso, diez centímetros de cintura y diez años. Pero al fin y al cabo eres una Mujer diez.¡felicidades!

A la mañana siguiente salió de compras como si tal cosa y ¡sorpresa! Consiguió ponerse los de la 44. Era una mujer afortunada

3 comentarios:

Leodegundia dijo...

Jaja, visto de esa manera creo que me consideraré una mujer diez.
Un saludo

Anónimo dijo...

Me he reido a gusto, aunque yo sería un hombre 20, al menos en cuanto a la edad.
Saludos

Clara dijo...

Muy bueno, eso indica que tú talla y mi talla de cerebro continuan subiendo. Es la buena noticia y la siguiente, podemos continuar cantando y subiendo escaleras.
Un beso