
Elena era una emperatriz que escapando de los moros llegó a los montes de Biescas, agotada por el cansancio tuvo que descansar en una piedra, que tomó forma de silla. Cuando hubo descansado un rato, siguió corriendo y llegó al lugar donde hoy la veneramos y cuando las fuerzas le flaqueaban y pensaba que iba a caer derrotada por el cansancio, observó que había una cueva en un rincón y se metió en ella para cobijarse, luego se quedó profundamente dormida.

Cuando se despertó Elena y vio la tela de araña, comprobó lo que había sucedido y le dio gracias a Dios. Cuenta la leyenda que cuando se puso a caminar sus pies quedaron grabados en la piedra como si se tratara de barro. En ese lugar se construyó una ermita, conmemorando este acontecimiento, que lleva el nombre de Santa Elena.
(las fotos se corresponden con la ermita de Sta Elena vista desde la cascada y la fuente de la silla)
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