De repente se dio cuenta del estado ruin y miserable en que se encontraba aquella casa. El tejado parecía que iba a desplomarse de un momento a otro, las ventanas con sus cristales rotos dejaban al descubierto todo el interior, la puerta principal, de madera ajada rota, invitaba a pasar dentro, donde seguía presente todo un mundo por descubrir. No pudo resistir el impulso de mirar a través de un pequeño agujero, que había junto al pomo, para intentar ver qué podía haber allí dentro. Y tan ensimismada estaba observándolo todo, que no se dio cuenta de que la puerta comenzaba a abrirse lentamente. Un chirrido de hierro oxidado la devolvió a la realidad y al comprobar que la puerta se había abierto, la empujó suavemente, mientras un rumor se le apoderaba del estómago. Tenía miedo pero siguió adelante, empujando poco a poco, hasta que se hizo una abertura suficiente y se decidió finalmente a entrar.
Una escalera de madera en forma de caracol, con todos los barrotes llenos de telarañas comunicaba las dos estancias de la casa. En la planta baja había un enorme recibidor con un espejo enorme en el centro. Se acercó a él y a través del reflejo que éste le devolvía, comprobó que tras ella había una puerta entreabierta. Se giró y caminó hacia ella, limpió el polvo de la manivela y se dispuso a abrirla. Se encontró en una enorme biblioteca llena de suciedad y muebles cubiertos por sábanas blancas, que habían dejado de ser blancas por el paso del tiempo. Una mesa de madera envejecida y deteriorada con un libro entreabierto sobre ella, llenaba casi toda la estancia. Se acercó para mirar el libro y se quedó petrificada, se trataba del "Amadis de Gaula" una novela de caballería que le había apasionado cuando la leyó por primera vez. Miró en el interior de la contraportada y comprobó que se trataba de una versión original, escrita en castellano antiguo. Las hojas amarillentas la estaban comenzando a transportar a un mundo ya olvidado para ella, que hace mucho tiempo había significado mucho para ella, cuando un ruido impresionante la despertó de su ensoñación y la devolvió a la realidad.
Caminó apresuradamente hacia el lugar, donde creyó que se había producido el ruido, subió por la escalera de caracol y sus pisadas retumbaron en los escalones, como si todo un ejército pasara por allí. Al llegar arriba comprobó que una de las estanterías, que bordeaban el pasillo, había caído al suelo, haciéndose añicos. En la pared, que había dejado al descubierto, había un boquete extraño y cuando se acercó para saber de qué se trataba, vio que había un papel en su interior cuidadosamente plegado. Sopló sobre él, para despojarle del polvo, y lo comenzó abrir, no tardando en descubrir que se trataba de una carta.
De repente, un extraño sonido, comenzó a golpearle la cabeza hasta tal punto que tuvo que tuvo que cerrar los ojos y soltando la carta se tapó los oídos. Ésta se deslizó por el aire hasta que cayó sobre la alfombra. Después abrió los ojos lentamente, como no queriendo abrirlos del todo, y por la insignificante rendija, que sus párpados dejaban al descubierto, comprobó , que ante ella se erigía majestuoso su reloj despertador, que acababa de avisarle que era hora de levantarse. Una enorme decepción se apoderó de ella, al comprobar que todo había sido un sueño.
Se puso en pie para comenzar con sus rutina y cuando se agachó para buscar sus zapatillas, vio que junto a ellas, sobre la alfombra había una carta a medio desplegar, amarillenta, sucia, y envejecida.....muy envejecida
3 comentarios:
Otra enorme decepción se apoderó de mí al comprobar que solo fue un sueño, aunque bello; lo mejor es que el relato reempiesa en mi cabeza despues de que encuentra la carta en el suelo y se acaban las líneas.
Saludos escritor.
Efectivamente, así es. Me encantan los finales abiertos que susciten la imaginación de quienes me leen. Un saludo
Yo también tuve un sueño, soñaba que mandaba en casa, la escalera es muy parecida, pero la cartica no me la encontré, aunque me hubiera dado igual.
Quien manda en casa?
Saludos.
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